De plástico, metal, porcelana, madera o hueso, cuando llueve la pregunta en soledad siempre es la misma: ¿dónde está mi cucharita? No la que usaré para revolver el café, ni la otra grande que es para la sopa con arroz y queso que te levanta la temperatura después de una jornada laboral, o la que hundiré en Nutella para endulzar un poco el alma, alegrar el corazón y tirarme en el sillón a pensar junto a la estufa cuándo llegará esa otra, tan requerida, que te abrace (o se deje abrazar) en las noches frías cuando la lluvia golpee las persianas y el ruido de los truenos corte tu sueño en un estruendo sobresaltando la paz. Esa que provoque hundir la nariz en su pelo, buscando el huequito ese que se forma en la nuca, justo donde se junta la columna con la cabeza... Ese es el punto exacto donde el aroma de esa persona especial se concentra. Como ya bien dijo el gran Hernán Casciari: "amas a alguien cuando su olor te calma". Y así, pese al viento que zangolotea las ventanas c...
Comentarios
Rubia fallida muy divertido tu blog sinceramente. ja ja ja comprobada la teoría de los "seis grados de separación" en la virtualidad mas virtualizante.