Los supervisores

martes, 22 de febrero de 2011

A pedir de boca (por ahora)

No, no volví a la mala senda de la gula incontrolable, aunque he estado deleitando manjares desde mi llegada. No, tampoco me secuestraron en Retiro para vender mis órganos en Ebay. Estoy acá desde el 24 de enero. Bah, acá. Llegué y al bajar del cole me recibió mi tórtolo con un bello ramo de flores y toda la chochera de ver a mi regia persona en vivo y en directo. Seis días después, fuimos a Pinamar y pasamos unos bellos días de sol, arena y mar ("es todo lo que quiero ahora"), y luego pasamos una semana en Mardel en casa de la mejor abuela del mundo (que no será mía, pero se deja prestar). De regreso empezó la empapelada de currículums y la búsqueda de casas; y aunque por un par de días "pandió el cúnico", todo se resolvió rápido y sin demás complicaciones: ahora vivo en Congreso, a una cuadra del mismísimo, y trabajo en un colegio muy antiguo y prestigioso de esta ciudad (empecé ayer). Además, quedan todavía un par de entrevistas, una audición para un coro de cámara, el armado de mi propio instituto potencial y clases particulares a un grupo de señoras muy Miame (pronunciado a lo Ford) con mucha onda. Además de las traducciones, obviamente. Así que gente, está todo saliendo muy lindo y la verdad que estoy tan contenta. No me vayan a ojear ¿eh? Falta que me hacía un poco de esto. Ya les iré contando como sigue; prometo actualizar más seguido, si logro dejar de no quedarme quieta ni un ratito. Espero que todo les esté bailando en la misma tonalidad que a mí.

                      Esto suena en mis auriculares al caminar por la ciudad; ¿cómo no sonreir?