Cuando la limosna es grande

Desde ayer estoy metida en una especie de tristeza/preocupación/depresión/SPM/mambo galáctico/ensalada de histeria/paranoia todo junto en medidas iguales, en una coctelera, pero batidos y no revueltos y servidos en una linda copa con una sombrilita de drama queen.

¿Por qué? Se preguntarán los fantasmas que leen el blog (sé que están ahí, Analytics me contó). Bueno, digamos que me volví una homeless a futuro. ¿Lo qué? Se peguntará uno que entró acá buscando "mamacitasislepxia" (no me miren a mí, eso también me lo chusmeó Analytics). Resulta que cuando me mude (ahora en dieciséis días) me iba a quedar en la casa de una amiga, pero cambió de parecer, encontró un comprador, la picó una abeja radioactiva, la pateó una yegua, o vaya una a saber, pero la cuestión es que no, no me puedo quedar y ahora no tengo a dónde cornos meterme. Bah, sí tengo. Tengo la posibilidad de invadirle la casa a gente por períodos de tiempo cortos hasta encontrar algo y empezar a cobrar. Y esto me jode, muchísimo, porque no quiero ser una ocupa y no quiero molestar a mis gentes con mi larga presencia. Y tampoco quiero ir a alquilar la primera cobacha que encuentre, pero no tengo mucha plata que digamos como para meterme en un alquiler de algo, ni tampoco sé si me conviene, porque pongámosle que me sale todo mal y me tengo que volver, voy a haber firmado un contrato de dos años y a perder plata y aaaaaaaaaaaaaaaaaaaargh... en fin, todas esas cosas que siempre logran que me ahogue en un vaso de agua. Así que, lectores, fantasmas, buscadores, curiosos, etc. de la ciudad del obelisco, si saben de algo ¿me avisan? Me porto bien, no llevo a los gatos y prometo no organizar sacrificios con animales en su honor ni nada de eso. Ta luego...