Los supervisores

sábado, 28 de noviembre de 2015

Vos...

Duele.
Raja el pecho.
Quema el alma herida...

¿Cómo dejar de quererte si nunca pude empezar?
¿Cómo dejar de pensarte si ni siquiera te pude extrañar?
¿Cómo evaporar tu fantasma
de mi casa
de mi cama,
de mí,
si fuiste luz oscura que surgió de la nada
y desapareció durante el día pero retorna cada madrugada?

Las esquirlas de tus labios se hundieron en la piel
y no hay baño que las limpie 
ni brebaje que sirva para parar de pensar.

Y la pena se vuelve rencor,
y el rencor transmuta en pena

y así se engarza la infinita cadena de este ciclo que nunca llega a un adiós.

¿Qué te hizo envenenar aquello que fue risa?
¿Quién te dio el aguja para pinchar la burbuja?

De lo efímero a lo funesto,
volviste nuestro cuento un insalvable recuerdo.
Y la vacuidad se comió la luz...

Y llevo tu sombra mezquina prendida en la solapa,
esperando a ver si se escapa
o se pierde en alguna esquina.

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